Durante estas fiestas, el tema central, junto a los regalos, es el menú. Comidas, cenas, más comidas, más cenas…
Desde Navidades hasta Reyes, se preparan variedad de platos en los que se reúnen creatividad y sabores, nutrientes y recuerdos de la infancia. En torno a ellos, se realizan rituales cum panem para estrechar lazos entre los miembros de la familia, entre amigos o compañeros.
En su vertiente simbólica, las comidas festivas representan un importante lenguaje a través del cual los comensales comunican preferencias, valores, afirman la personalidad y la identidad individuales, y reivindican la identidad grupal. A la vez, las comidas festivas son una oportunidad para expresar afecto, mostrar empatía y respeto por las preferencias y las necesidades de los demás comensales, y una fórmula no-verbal de expresar deseos de prosperidad y armonía.
Cada vez más, las comidas festivas cobran también un papel pedagógico, utilizando la creatividad para diseñar platos saludables atractivos y, en algunas casas, para inculcar el respeto hacia otras formas de vida y hacia la Natura.
Por todo lo que representan, las comidas festivas ejercen gran poder sobre los participantes no solo en el momento en el que se celebran, sino para el resto del año.
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